"Hablando" con... PETER COOK
"Hablando" con... PETER COOK
Subo esta entrada minutos después de mostrar mis pobres avances en la tarea del Transformers y con aún media hora en la que podría hacer un dibujo o dos rápidamente, pero voy a invertir este tiempo en comentar mi pregunta a Peter Cook y especialmente su respuesta por miedo a que se me olvide parte de ella.
El último día de clase virtual en zoom tuvimos el gran privilegio de asistir a una conferencia del arquitecto, miembro fundador de Archigram, Peter Cook.
Repaso la historia de la arquitectura desde la Viena de Otto Wagner hasta la actualidad con comentarios en ocasiones hasta personales al analizar algún proyecto suyo o de un conocido que lo diferenciaron brillantemente de un profesor de Introducción a la Arquitectura.
La sensación de exclusividad que mantuve toda la reunión y que me hacía sentir bastante friki hizo que no pudiera desaprovechar la oportunidad de hacerle al menos una pregunta, más aún tras ver que la única cuestión hasta el momento era una tan absurda como el por qué del fondo de peluches que tenía detrás.
Me puse a recordar todos esos comentarios que habían llamado mi atención y me decanté por cómo hablaba del reto de no imitar un edificio previo de high-tech a la hora de afrontar su proyecto del Kunsthaus de Graz en Viena.
Mi pregunta trató de hacerle desarrollar un poco esa idea de que no copiar era un reto para un arquitecto. Algo que encuentro muy interesante ante las diferentes opiniones y respuestas que he recibido a las preguntas de ¿qué es original?, ¿es malo copiar? y ¿cuál es el límite aceptado entre inspiración y plagio?
Incluso Álvaro y algunos profesores de proyectos nos han dicho repetidas veces que debemos copiar y mejorar lo que copiamos.
Subo esta entrada minutos después de mostrar mis pobres avances en la tarea del Transformers y con aún media hora en la que podría hacer un dibujo o dos rápidamente, pero voy a invertir este tiempo en comentar mi pregunta a Peter Cook y especialmente su respuesta por miedo a que se me olvide parte de ella.
El último día de clase virtual en zoom tuvimos el gran privilegio de asistir a una conferencia del arquitecto, miembro fundador de Archigram, Peter Cook.
Repaso la historia de la arquitectura desde la Viena de Otto Wagner hasta la actualidad con comentarios en ocasiones hasta personales al analizar algún proyecto suyo o de un conocido que lo diferenciaron brillantemente de un profesor de Introducción a la Arquitectura.
La sensación de exclusividad que mantuve toda la reunión y que me hacía sentir bastante friki hizo que no pudiera desaprovechar la oportunidad de hacerle al menos una pregunta, más aún tras ver que la única cuestión hasta el momento era una tan absurda como el por qué del fondo de peluches que tenía detrás.
Me puse a recordar todos esos comentarios que habían llamado mi atención y me decanté por cómo hablaba del reto de no imitar un edificio previo de high-tech a la hora de afrontar su proyecto del Kunsthaus de Graz en Viena.
Mi pregunta trató de hacerle desarrollar un poco esa idea de que no copiar era un reto para un arquitecto. Algo que encuentro muy interesante ante las diferentes opiniones y respuestas que he recibido a las preguntas de ¿qué es original?, ¿es malo copiar? y ¿cuál es el límite aceptado entre inspiración y plagio?
Incluso Álvaro y algunos profesores de proyectos nos han dicho repetidas veces que debemos copiar y mejorar lo que copiamos.
¿En qué proporción piensas que la inspiración es positiva o negativa a la hora
de afrontar ese reto de evitar un edificio o imagen previa?
Su respuesta comenzó asegurándome que sabía a que momento de la charla me refería y a que era consciente de esa controversia que genera la originalidad.
Comentó que en su caso, las construcciones con formas irregulares y casi, podríamos decir que "extraterrestres" de la high-tech son al final contenedores y aunque evitaran copiar los pinchos, añadiendo esas formas cilindricas de la cubierta, era realmente imposible que no recordara al precedente en cuestión.
Posteriormente, yendo a un enfoque más general aseguró que desde su punto de vista, la polémica originalidad reside en el uso que se de a ese contenedor en este caso. Así, refirendose a mí con un gracioso "Caloss", me mostró su portalápices ejemplificando como un objeto cotidiano sin aparente originalidad alguna, puede adquirir esta característica al emplearlo de una forma inusual.
Dejé la sala de zoom con una opinión más (probablemente la de más prestigio -sin ofender a mis profesores-) para seguir buscando mi propia respuesta a esas preguntas que he enunciado antes.
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